jueves, 3 de enero de 2013

El hombrecillo

El pequeño hombrecillo se vestía ajustado, con una camisa blanca y los zapatos a juego. Su casa de almohadas era todo un sueño, pero él deseaba algo más: surcar el cielo. Su mente, pueril e inocente, barajaba las maneras de escapar de esa jaula blanda que al suelo le ataba. Y un día acudió a su ventana un amigo alado de pico plateado, que cantando le dijo: si quieres, amigo, rompe los barrotes que te niegan la libertad. Al partir dejó dos plumas gigantes y un traje muy galán a medida del hombrecillo. Éste, contento como nunca, se vistió de cielo con el traje que le otorgó su amigo de pico plateado, batió las dos plumas como unas enormes alas y de tal impulso atravesó el tejado. Y así quedó, para los restos, surcando el cielo, su más deseado sueño.

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