sábado, 10 de noviembre de 2012

Escena Devian&Greyson

Greyson se adentraba en el pasillo oscuro que sabía a dónde le iba a llevar perfectamente. Sabía que esa noche acabaría llorando de dolor, pero aún así no se paró ni un segundo ni se planteó dar media vuelta.

Una gota de sudor cayó desde su frente, tembloroso se plantó delante de la puerta de la última habitación. Sabía lo que se iba a encontrar, sabía que iba a pasarlo mal pero no se vino abajo. Miraba de lado a lado, lo cierto es que una vez allí las cosas ya no eran tan fáciles, ahora no tenía tanto valor como para tirar hacia adelante, aunque tenía claro que todo aquello debía acabar de un modo u otro, y quería ser él quien eligiera el momento y el lugar de terminarlo. Alzó la mano para tocar a la puerta, agachó la cabeza y su mano se paró en seco antes de provocar el ruido que la abriría. Intentó poner la mente en blanco, se puso a temblar de nuevo, el corazón se le iba a desvocar pero se armó de valor, le entró un arranque de rabia y deseo y golpeó demasiado fuerte incluso la puerta que tenía que abrirse para sofocar el sufrimiento que llevaba guardado de hacía largo tiempo atrás.


Por lo visto tres toques no fueron suficientes, pues la puerta no se movió ni escuchó ningún ruido dentro de la habitación. Volvió a mirar a los laterales para ver si alguien le miraba, posó su mano en el pomo de la puerta y lo giró suave pero firmemente, hasta dejarla totalmente de par en par. Observó la habitación, perfectamente ordenada e impregnada de una fragancia exquisita. Entró en ella, por miedo a que alguien le viera y cerró la puerta delicadamente para no hacer ningún ruido. Su corazón y sus músculos se calmaron, ya no temblaba, se había sosegado.

Rodeando la cama, dio una vuelta por la habitación en busca de algo que le explicara dónde se encontraba el que dormía todas las noches en ésa habitación, pero no encontró nada: unas cuantas cajas, joyas, algunas cartas y pocas cosas más.

De pronto, un gemido le hizo reaccionar y giró el cuello bruscamente provocándole un leve dolor. Se acercó poco a poco a la cama, donde pudo observar que debajo de las mantas un torso que no subía ni bajaba, que no respiraba. Los sudores comenzadon y el temblor fue peor que anteriormente, se acercó a aquél ser y miró su pálido rostro, deseando mirarlo durante todo el tiempo posible, adorándolo, pero queriendo al mismo tiempo que despertara para terminar con aquello. No hizo falta mucha espera, abrió los ojos de repente, asustando a Greyson..

—Greyson... ¿qué estás haciendo aquí?

—Debía hablar contigo, Devian —. susurró agachando la cabeza de nuevo, con el temblor notandose en su tierna voz.

—¿No... no podías esperar al amanecer? — dijo retirándose las mantas, intentando abrir los ojos después del profundo sueño que estaba teniendo. Se incorporó y se quedó un rato, mientras el silencio duraba, sentado en el borde de la cama. Greyson se quedó de pie, mirando al suelo, intentando saber exactamente qué decir.

Devian se levantó de la cama, dejándola deshecha, dirigiéndose a su botella del líquido rojo que muchas veces necesitaba para mantenerse en pie. La ancha camisa caía por su hombro, sus piernas fuertes y delgadas estaban a la luz de la luna y Greyson pudo verlas con demasiada facilidad, algo que no ayudaba a su objetivo nocturno.

—Devian, quiero acabar con esto ya.

—¿Con qué? — contestó después de darle un trago a su botella.

—Lo sabes... no puedo seguir así. Debemos centrarnos en lo que realmente importa y no creo que sea apropiado... — cortó la frase, si decía una palabra más iba a venirse abajo y era lo que precisamente no quería, que Devian lo viera débil.

—Te preocupas demasiado —. dijo cortante. Se dirigió hacia Greyson y posó sus manos en los hombros de Grey, haciendo que éste se estremeciera y temblara de nuevo. Con un suave pero fuerte movimiento, llevó a Grey hasta sentarlo en el borde de la cama, y éste se sentó a su lado, intentando calmarle. Sabía que Greyson era de aquella manera, sensible, dulce y que siempre se preocupaba demasiado por las cosas, al contrario que él. — Relájate. — le dijo, y le tumbó en su cama, dejándole bocarriba.

Greyson perdía la mirada tantas veces como podía hacia arriba, pensando en mil cosas a la vez, con los recuerdos mezclándose entre ellos y haciéndole la cabeza un lío, peor de lo que la tenía. Devian lo miraba sin cesar, se quedó mirándole por el largo rato que duró aquél silencio, puso sus manos a lado y lado de Greyson, provocando que ambos cruzaran la mirada y que Devian, sin quererlo, sintiera un impulso enorme que hizo que sus labios se juntaran y que luego se tumbara a su lado para dormir junto a él lo que quedaba de noche.

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