lunes, 15 de octubre de 2012

Then... an angel came

Él va a estar en los malos momentos, para convertirlos en buenos y que olvides todo lo ocurrido. Cada vez que estés en apuros él va a venir a rescatarte, princesa, como una mano cuando caes hacia el vacío, como si fueran alas arrojándote al abismo del cielo.

Siempre vas a cobijarte entre sus brazos, siempre te va a mirar con esa cara que tanto amas. Y eso es, precisamente, lo horrible de esta historia; cuanto más lo amas, más aparece, pero paradójicamente, más se aleja. Él te miente, no es real lo que ves sobre él, nisiquiera su persona es real. Pero, si te dijera realmente quién es, no podrías verlo y, por tanto, nunca nadie ni nada te salvarían. Y esa pequeña tregua entre desgracia y desgracia, es la que nos salva. Tú verás a un dios, tú verás a tu hombre perfecto, pero lo que yo veo es un montón de polvo que reluce a causa del cegador sol que te incita a creer en las cosas que no existen. No te voy a decir la verdad, no te voy a decir que es él el que te miente, no voy a ser yo quien te quite ese intermedio vital, esa pequeña fuerza que manipula a tu cerebro. No desistas, sigue creyendo en él, sigue esperándolo en cada difícil ocasión, míralo con esos ojos inocentes, míralo como si creyeras ciegamente - cosa que haces - que con él todo va a ser distinto y más bonito. Sólo así, engañándote, vas a ser realmente feliz.

Él es como un ángel mentiroso. Es como un rayo de falsa esperanza, pero real y duradera.

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