lunes, 17 de septiembre de 2012

Cambiando el mundo

Se levanta por la mañana, cansada, sube las persianas y corre las cortinas: amanece un nuevo día. Se dirige al baño, se despeja apresurada, apenas se peina y se dispone a marchar a su estética rutina que tanto la agota. Su mente tergiversa los mensajes que se plasman en las tranquilas calles de su ciudad, cosa que hará que acabe en un triste final. 
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Vuela entre las sábanas al elevarse el gran astro, con escasa energía, elevando el opaco manto: el alba llega a su inicio. El excusado se le presenta para desahogarle de las penas, lleva su mamífera cabellera alocada y se desliza entre los encantos de su páramo animal que tanto la succiona. Su mundo no plasma en su mirada la sosegada intención del lugar, la cual es capaz de manejar sus intentos hasta el punto de fracasar. 

Como ven, el hombre es capaz de transformar una acción cotidiana, como es el suicidio, en algo sumamente normal y desapercibido en su totalidad.

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