lunes, 27 de agosto de 2012

Riesgo

Caigo. Caigo a una velocidad intangible, inimaginable. Caigo. No conozco el lugar al que caigo aunque se trate de la superficie terrestre. Ni siquiera oigo el ruido que provoca el aire al romperse a mi paso. Ni siquiera pienso. Caigo. Mi cara se deforma a causa de la velocidad que la golpea. Mis ojos se nublan. Me muero. Estar tanto tiempo sabiendo que vas a morir sin remedio alguno hace de la muerte algo más amarga de lo que la pinta Shakespeare en el glorioso "Romeo y Julieta". Caigo. Y sigo cayendo. ¿Cómo puedo sentir tanto y tan poco al mismo tiempo? Siento tanto miedo que mi cuerpo y mente no reaccionan ante su destino. La muerte. Cada ves más cercana a mí a cada segundo que pasa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario